jueves, 14 de abril de 2016

Recaída

              Nunca pensé que alguien se podría llegar a convertir en un lugar para mi. Y ahora ya sé donde veranear y pasar el resto de las estaciones.
Tiene un cielo claro, con un montón de estrellas por iluminar que por las mañanas se convierten en lunares y por la noche las enciende por su miedo a la oscuridad; y soledad.
Constante temperatura friolera hasta en verano; le gusta juntarse con otros mundos para calentarse.
Tráfico en cada una de sus calles, con sueños volando y expectativas esperando en la estación de tren.
Contaminación sentimental que no le deja avanzar si no derrumba todos los muros que acumulan los recuerdos.
No le gustaba que navegasen por el mar de sus ojos, ni dejar aparcar a cualquiera en sus mejillas para delinear la sonrisa que tenía.
Su dolor lo convierte en música hablando de poesía acompañado de un piano y unas manos que lo guiasen.
Conseguía sacarme de mis casillas
haciéndome entrar en las suyas.
Mantenía mi risa
amando mis mariposas en la fase del capullo.
Bailando a mi alma
cada vez, qué
desmaquillaba a mi corazón
y distanciaba nuestras piezas
encontrado canciones viejas y desgastadas
fuera del alcance de personas que creen conocerme.
Goteaban sus ojos en mi luna
haciendo secreto todas las palabras que un día me quiso jurar
e intentaba inducir al sol.
  Juntaba cada verso de besos
a kilómetros del amor.
Lejos de sentimientos inéditos
mientras que se arrimaban antiguos encerrados en la calle del olvido.
Navegan por neveras vacías con estómagos llenos
obteniendo las mariposas que un día me prometí  no tener.
Pintando viajes por las calles de sus manos,
quemando recuerdos
roídos, de tanto encerrarlos.
Sintiendo el pasado aún más cerca,
teniendo enfrente un futuro
ubicado en nosotros.
  Vencimos miedos nunca encontrados,
desafíos sin guerras,
llantos sin tristezas
y silencios con palabras.