miércoles, 17 de mayo de 2017

Instantes

He querido quedarme a vivir en cada una de sus calles
llenas de flores de colores.
Y en cada una de ellas he podido observar como los susurros se la jugaban al silencio.
Fotografié los rumores del agua
mientras chocaban contra la esquina por donde no me atreví a pasar.
Me quise quedar con el acento para recitar
en nombre de los que se fueron
pero nos acompañaron hasta el final.
Me he dejado la voz en cada mirada.
Volví a rozar el cielo al sentir la felicidad en mis mejillas sonrojadas
viendo como las hojas rompían
cuando el viento se llevaba mi soledad.
He sospechado de la luz que me levantaba por las mañanas.
He vigilado cada movimiento de pies de los bailes en el salón
donde encontré mi suerte en el bolsillo de su pantalón.
He sacudido de mis manos el polvo del tiempo
que he desperdiciado por hacer latir a un corazón sin esperanzas.
Y ha acabado haciéndolo por sí solo
al rozar los nervios del primer reencuentro.
Le he dado la espalda a cada duda existencial
abriendo paso al deseo que une la fuerza con la despedida repentina.
Me olvidé de donde partí y lo que traía conmigo.
Me descuidé y la lluvia acabó pagando los destrozos de unas cicatrices mal cosidas.
No he querido encontrar respuesta al desliz de todo lo bueno
que siempre
se me acaba escapando de las manos,
cada silencio incómodo que inundaba nuestra mesa.
Cada conversación que nos dejamos pendiente.
Quiero creer que he encontrado donde arroparme cuando me sienta perdida.
Quien evite mi caída.
Quien me abrace en medio del camino.
Aún así, gasté todas mis fuerzas y mereció la pena.
Ahora estoy a la espera de un alma nueva.
Y ésta,
la dejo al vuelo
para encontrase con Pepa.